Homenaje
Señor director:
Este es un póstumo homenaje de recuerdo a Hipólito Morgado Páez, profesor de amplia y reconocida actuación social quien falleciera en fecha reciente. En los tristes momentos de su última despedida recibió el homenaje de sus amigos, colegas e instituciones de bien público a que pertenecía. Asimismo, sus familiares recibieron emotivas demostraciones de pesar por su deceso.
Permítasenos hoy, al recordarlos, reiterar esas sentidas expresiones -en el último adiós- que tanto ha merecido. Admiramos en Hipólito, el celo con que entregó sus mejores esfuerzos a la inigualable causa de luchar por mejorar la calidad de vida de los habitantes de esta tierra generosa de sol, mar y desierto, la lealtad con que siempre sirvió sus postulados y la recia fe con que trabajó por ese mundo de dignificación que tanto anhelamos. Ahora está en la eternidad, pero constituye para nosotros, que quedamos en la lucha, en alto ejemplo que agradecer e imitar.
Mueren por siempre y del todo -nos decía un pensador- aquellos que no merecieron nacer y vivir. Los que nada entregan. Ni afecto, ni gracia, ni bondad, ni esfuerzos dignos de imitar, ni enseñanzas que ayuden a la dignificación del hombre y de la humanidad. Ellos se pierden por siempre en el olvido eterno.
En cambio, el verdadero hombre de bien, auténtico hombre que entregó lo mejor de sí al servicio de la noble causa del servicio desinteresado en el Banco Oncológico que fundó hace cuarenta años y que ha servido a tantas personas que han llegado de ayuda en la lucha contra el cáncer, nunca será olvidado y estará siempre espiritualmente a nuestro lado, como es el caso de Hipólito que en este instante recordamos.
Él nos insta a no decaer nunca en la nobleza de la tarea de redención humana a la que entregó la excelsitud de su generoso ser.
Nuestro amigo Hipólito, que ya mora en las regiones de la verdad y el amor eterno, llena nuestra espiritualidad con los incomparables efluvios de las virtudes y bondades que lo engrandecieron en vida y que estará por siempre en nosotros y en todos los habitantes de nuestra Perla del Norte que lo conocieron y apreciaron su notable valer.
Amigo, Hipólito Morgado Páez, descansa en paz.
Arturo Mardones Segura